Tal como afirmaba el escritor Josep Pla, la cocina de un país es su paisaje en la cazuela. Sin embargo, una ojeada a la cazuela no sólo nos ofrece un panorama de la naturaleza. Saborear las costumbres culinarias de un país, es experimentar la esencia de toda una cultura. Al igual que en l acata de un buen vino, son necesarios tiempo y paciencia -y hay que estar dispuesto a descubrir matices desconocidos-. La soleada campiña y las blancas playas de España son muy apreciadas por el turismo extranjero, pero ese cariño no siempre es positivo para el país, pues los clichés siempre reducen la realidad a pequeños bocados. Lo mismo pasa con la cultura española: la paella, los calamares, el vino tinto y la sangría se han implantado en las fantasías culinarias foráneas sobre España, sin dejar casi espacio para nuevos descubrimientos.