Estos bellos relatos con animales, nacieron para ser contados a su pequeña hija Josephine en su lecho de enferma. La niña murió a los siete años. Su padre, Rudyard Kipling, ordenó en la introducción original del libro que deberían ser narrados siempre ´exactamente así, para que ella no despierte´ Al traducir esta obra, estamos desobedeciendo su mandato. Quizá el íntimo deseo de Kipling haya sido que desconsideremos su consigna y que logremos despertar a su hija.áDespertar niños, en definitiva, es la función de la literatura.á