´La función propia del hombre es vivir, no existir. No malgastaré mis días tratando de prolongarlos. Aprovecharé mi tiempo´, puntualizó Jack London. A diferencia de otros escritores norteamericanos, Jack London no quiso escribir la Gran Novela, sino vivir la Gran Aventura. Su vida fue la de un aventurero que escribe. Fue un hombre inquieto. También un escritor preocupado por las condiciones económicas de su tiempo. Su espíritu aventurero lo llevó lo mismo a ser un joven pirata que un corresponsal de guerra. Y como escritor llegó a ser conocido como el Kipling de Norteamérica y un digno antecesor de Ernest Hemingway. Este mismo afán de vida se refleja en los cuentos aquí seleccionados. Hay aventura, paisajes exóticos y lejanos, tormentas de mar y de nieve, pero también una interesante incursión en eso que llaman la condición humana. Aquí se halla un registro vario de sus bondades como escritor, pero sobre todo de su manera de contemplar la vida. No fue alguien que supo de oídas, sino un escritor que se atrevió a afrontar las cosas del mundo para vivir la gran aventura que es la vida y tener qué contar a sus lectores. Como Alfred Kazin alguna vez lo notó: ´La más grande historia jamás escrita por Jack London fue la historia de su vida´.