«Anda, niña: dinos quién fue. Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una mariposa cuya sentencia estaba escrita desde siempre. Santiago Nasar dijo.»
Microcosmos trágico, explora el ancestral atavismo de la virgen en la cultura hispánica, donde se entretejen las ideas de la moral pública, el honor familiar y la conciencia de clase, al tiempo que elabora una magistral vuelta de tuerca sobre el indisoluble vínculo entre el amor y la muerte, lo que, junto con el resto de su obra, le valdría a Gabo recibir el Premio Nobel al año siguiente de su publicación.