JOSE GUADALUPE TREVIÑO, M. SP. S.
Estas páginas pretenden avivar la confianza en Jesús, porque seremos santos el día en que verdaderamente confiemos en Él.
No hay cosa que responda mejor a todo lo que el Corazón de Jesús es para nosotros como esta palabra de la confianza absoluta y del abandono perfecto: ¡Corazón de Jesús, confío en Ti!
¿Sufrimos la enfermedad, nos fatiga el trabajo, nos agobia las privaciones de la pobreza, nos duele la ingratitud de los demás, la frialdad del egoísmo?
¡Corazón de Jesús, confío en Ti!
¿Tenemos la desgracia de haber caido, sentimos nuestra alma degradada y manchada?
¡Corazón de Jesús, confío en Ti!
¿Tenemos hambre de cariño, sentimos sed de un amor tierno y delicado?
¡Corazón de Jesús, confío en Ti!
En la vida y en la muerte -si no con los labios, siempre con el corazón- repitamos: ¡Corazón de Jesús, confío en Ti!, porque Tú eres la compasión y la misericordia, la ternura y el amor.