Aún hace tres siglos, se pensaba que todos los cisnes eran blancos. De ahí que el Cisne Negro pertenezca a un reino incognoscible o, más bien, poco explorado, si no es que desdeñado: el de las expectativas anormales. Esta figura le permite a Nassim Nicholas Taleb hacer una crítica clara, divertida y documentada sobre nuestra manera de pensar, de entender la historia, de someternos a lo que sabemos, y postular, en sentido contrario, la importancia de nuestra ignorancia, el conocimiento que podemos derivar de la incertidumbre y la ardua labor, sobre todo de observación, para librarnos de los puntos ciegos mentales que nos encadenan a la imprevisión. Cifra de la rareza, el Cisne Negro desvela que nuestro mundo está dominado por lo extremo, lo desconocido y lo muy improbable, para verlo, como estamos inermes (pese a que creemos contar con las herramientas para medir lo incierto), hemos de aceptar el valor de lo aleatorio en la realidad empírica. Y aquí es donde resplandece el maravilloso alcance de este libro: en que dará al lector una refrescante capacidad para imaginar lo inconcebible.