Podría ocurrir que el lector desprevenido, el lector corriente, vacilara antes de emprender la lectura de este libro, temiendo hallarse, quizá a grente a un repertorio de fórmulas abstractas, de tecnicismos y de palabras médicas que lo obligarían a acudir a cada paso al diccionario. Pero le bastará a ese lector detenerse a meditar un instante en el título de esta obra famosa. Los cazadores de microbios, y verá en él una sigularidad poco frecuente en la literatura médica: el maridaje de dos palabras al parecer incompartibles, ´cazadores´ y ´microbios´. La primera da idea de apasionantes empresas de aventuras, con incidencias pintorescas o emocionantes y en regiones pocos accesibles, pobladas por una fauna feroz y desconocida. La segunda, en cambio, habla más bien de gabinetes y laboratorios cerrados, de microscopios, de cultivos, de labor paciente y minuciosa.