Las experiencias de alternancia política estatal han sido centrales para la discusión de la llamada transición mexicana a la democracia. El caso de Baja California, por ser el primero desde la fundación del sistema político presidencialista, alentó un comprensible optimismo acerca de los alcances de la apertura y del cambio político democrático. Se reconoció como evidencia de que nos encontrábamos en plena transición y, más aún, de que la democracia había llegado a la entidad.Diez años después del primer triunfo reconocido del Partido Acción Nacional a una gubernatura, y con seis estados gobernados por el mismo -Aguascalientes, Baja California, Guanajuato, Jalisco, Nuevo León y Querétaro -, las razones para el optimismo se han moderado . Parece que la realidad se empecina en demostrar que la trasformación o democratización del sistema político mexicano es un proceso más complejo y accidentado que el cambio del partido en el gobierno.