Las guerras del tercer milenio ya no serán solo por fuentes energéticas como el petróleo, si no por el agua. La acelerada industrialización y dilapidación de los recursos naturales han afectado su distribución y calidad, al punto que se viene condicionado y reconfigurando, en buena medida, el ordenamiento espacial y territorial de la economía mundial del futuro próximo, convirtiendo el acceso al líquido en un asunto de seguridad nacional