?Soy consciente de que, fuera del ámbito restringido y diría escéptico de los especialistas, el Egipto de los faraones sigue apareciendo a menudo como un lugar en absoluto neutro e históricamente objetivo, sino más bien resultado de una creación casi imaginaria: es el Egipto de la maldición de las momias, la tierra del cautiverio de los judíos y de los milagros de Moisés, o bien - en la tradición de Solón, Pitágoras y Platón- la cuna de toda la sabiduría. Pero es un hecho que -a partir del desciframiento de los jeroglíficos por obra del egiptólogo francés Jean-Francois Champollion y después de los progresos históricos, filológicos y arqueológicos ya realizados y aún en curso- el mundo del antiguo Valle del Nilo nos es hoy más próximo. Y existe también una tradición historiográfica ya madura que da seguridad a la materia y la integra en la cultura general, permitiendo poner a disposición de un publico amplio los tesoros adquiridos por la investigación. Por lo tanto, la fascinación de la civilización faraónica, gracias a los innumerables testimonios escritos y figurativos de que disponemos, ya no tiene por qué proceder del elemento fascinación de la civilización faraónica, gracias a los innumerables testimonios escritos y figurativos de que disponemos, ya no tienen por qué proceder y figurativos de que disponemos, ya no tienen por qué proceder del elemento fantasioso o falsamente pintoresco.?