El 30 de septiembre de 1934 el presidente Abelardo L. Rodríguez inauguró el Palacio de Bellas Artes (PBA), recinto con capacidad para dos mil doscientos espectadores, cuya construcción se había iniciado treinta años atrás y fue entregado al Departamento de Bellas Artes (DBA), a cargo de Manuel Castro Leal. El público acudió a conocer el ´templo de las musas´ y ´deambuló incrédulo por el interior del edificio, como un viaje de alucinación y de ensueño´, para luego presenciar La verdad sospechosa con la Compañía Dramática del Palacio de Bellas Artes, dirigida por Alfredo Gómez de la Vega, y con la actriz María Tereza Montoya. A partir de entonces, como escribió Salvador Novo, ´ya no podría alegarse que careciésemos de uno de los mejores teatros del mundo, con telón singular de cristales cuya iluminación se anuncia como un número especial en ciertos programas. Y ópera, ballet, solistas y sinfónicas contaron en lo sucesivo con un alojamiento digno de su alcurnia, muy propia de los grandes espectáculos´.